Espacio reservado. Momentos sin niños.



Los niños ponen un freno a la relación de pareja. Pero ¿quién tiene tiempo para el amor y la pasión, cuando los niños están gritando o están enfermos? O ¿cuando el dinero para su manutención es escaso?

Muchos matrimonios descuidan las salidas en pareja, cuando nacen los niños. Otros por el contrario son el extremo opuesto, siguen saliendo como si los niños no hubiesen aparecido en sus vidas. Tiene que haber un término medio. No hay que irse todos los fines de semanas de copas. Pero no salir nunca a desconectar, es malo. Es necesario para preservar la pareja.

El padre y la madre del niño, son personas y decidieron crear un equipo, que es el matrimonio. Merece la pena esforzarse para volver a disfrutar del espacio en la intimidad.

Muchas veces en el ajetreo del día, descuidamos a la persona que tenemos al lado. Reservar espacios o momentos sin niños, o simples gestos de cariño, podría preservar el amor conyugal.

Hay que recuperar los rituales que hacían antes de tener hijos. Ese algo especial que hacían con su pareja.

Cuando no existe ese tiempo entre los dos, se pueden generar  sentimientos de decepción, cansancio, estrés o inseguridad, que pueden desencadenar en conflictos personales por falta de tiempo.

La crianza de los hijos puede convertirnos en seres impacientes y estresados. Por lo que si la contratación de un servicio de niñera durante la noche, no alterará el presupuesto mensual, contrátela y salgan a cenar y bailar, en pareja sin los niños.

Pero no use ese tiempo lejos de los niños para quejarse acerca de lo que está pasando en sus vidas. Relájese y haga lo que le agradaba hacer antes de que nacieran los niños.

La llegada de un hijo supone cambios en la pareja. Un hijo supone compartir preocupaciones, problemas, satisfacción, educación, desvelos El objetivo es vivir con intensidad la crianza de nuestros hijos, sin olvidar sacar un poco de tiempo, para disfrutar los dos a solas.

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