En las alegrías y en las penas.



Los votos matrimoniales son el momento más emocionante de una boda. Donde se expresa el “ Si quiero “ a la persona que amamos.

Todos hemos escuchado muchas veces esta frase: “ Yo prometo serte fiel, en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida…” De esta forma se unen en matrimonio,  las parejas.

“En las alegrías y en las penas ….” sigue siendo en gran medida un fuerte argumento para  mantenerse casado. Con esta frase nos comprometemos a formar un vinculo, en donde no importa lo que pase, esa persona va a estar a tu lado para siempre.

“…en la salud y en la enfermedad…” No se puede negar que cuando enfermamos, un aspecto importante que acelera la recuperación, es el amor y apoyo de nuestra pareja.

Pero el matrimonio va más allá de esta frase y del hecho de tener una persona a tu lado que te ofrezca compañía y seguridad. Es el conocimiento de que puedes contar con alguien, cuando los tiempos son malos, y que por sí sola genera un considerable grado de tranquilidad y una sensación de calma para el alma.

Esto es algo romántico pero cierto, en lo que estarán de acuerdo las parejas felizmente casadas: El matrimonio es la máxima expresión de la unión de dos personas y nos mueve todo desde dentro.

Nos provoca cambios individuales e inculca valores como el amor, la honestidad, el respeto, la fidelidad y la fiabilidad que constituyen el motor de un buen matrimonio.

Y ¿qué hay de las cosas más simples del  matrimonio, tales como:  bromas tontas, caricias, viajar juntos, reír juntos, momentos tranquilos juntos, amigos en común, la intimidad sexual, conversaciones de almohada, los besos y abrazos? ¿Puede alguien realmente poner un precio a estos sencillos placeres? ¿No se hacen eco de decir, que las mejores cosas de la vida son gratis?

Hay amor en las relaciones que comienzan, pero el amor más profundo, es el que experimentan los matrimonio que están en camino de celebrar los 25 o 50 años de casados. Ellos saben lo que es verdaderamente el amor. Es lo que han vivido juntos. El amor si es verdadero no envejece. Incluso la persona que tu amas puede morir, pero el amor que se siente por ella, no muere.

Las parejas que han permanecido felizmente casados son los que se dan cuenta, que en realidad hay dos contratos de matrimonio, no sólo uno.

El primer contrato es lo que todo el mundo conoce, el que el sacerdote en la ceremonia de la boda hace oficial. El segundo contrato, es lo que las parejas llaman el contrato del silencio. Es secreto, implícito y en gran parte inconsciente. En este segundo contrato se especifican las normas y comportamientos que nuestra pareja debe cumplir.

La característica distintiva de este contrato, es nuestra creencia en secreto que nuestros propios sentimientos, necesidades, y el sentido de lo que es correcto es lo más importantes. Que al unirnos a la persona que amamos, sus expectativas igualmente no coinciden con las nuestras. Esto puede llevar a enfrentamientos, que las parejas tratan de resolver entre ellos mismos, sin que se rompa, porque por encima de todo esta el amor.

Por desgracia, como se mencionó anteriormente, estas conversaciones son raramente objetiva o fructífera, ya que los individuos rara vez se preguntan si sus expectativas son justas y razonables. Las parejas felizmente casadas son los que entienden este segundo contrato en silencio y todas sus ramificaciones.

Las parejas felizmente casadas son las que invierten en el matrimonio, sabiendo que por amor se puede llegar a florecer, que el amor lo puede todo, pero para eso hay que trabajar duro y tener cantidades sustanciales de creatividad.

Cuando el amor es realmente verdadero la atracción física puede pasar a un segundo plano, sobre todo cuando llegan los niños. Es cuando las parejas saben, que tienen que aguantar hasta el final, contra viento y marea, en aras del bienestar emocional de sus hijos.

Cuando las parejas piensan en los demás miembros de la familia y no sólo en sí mismos y hacen un esfuerzo continuo para hacer el trabajo en unión, es que saben que han hecho la mejor inversión que jamás podrían hacer y que creen firmemente en esto.

La necesidad de hacer el trabajo juntos, como unidad familiar, es a menudo el secreto de un matrimonio feliz.



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